Miércoles 2 de agosto. A las 7:45 empieza a entrar el sol por la ventana de mi habitación. Decido seguir durmiendo un ratito más. El despertador de mi móvil está programado para sonar a las 8:30. Tan sólo tres cuartos de hora más tarde pero suficientes para darle a mi mente tres ciclos de sueño adicionales de 20 minutos.
Pero algo he debido de tocar sin darme cuenta y la alarma está en silencio. Son las 9:15 cuando me despierta el piar de los gorriones canturreando desde el roble de mi vecina.
¡Tenía que pasar justo esta mañana!. A las 10 tengo que estar en la ciudad. Me separan apenas 12 kilómetros. Sin embargo me dirijo a una zona céntrica donde aparcar siempre es una tarea ardua a esas horas.
Por si fuera poco tengo huéspedes alojados en casa y debo dejarles el desayuno preparado, al igual que a mi madre, de quien me ocupo estos días en casa ya que se encuentra enferma. Y, claro está, necesito una ducha y un desayuno ligero para arrancar el día.
¿Me llegarán 45 minutos para todo esto?. ¿Qué opciones tengo cuando me doy cuenta de que dispongo de tan poco tiempo?.
¿Enfadarme porque voy a llegar tarde y hacerlo me parece una falta de respeto total hacia las otras personas?, ¿mahumorarme porque tengo que hacer todo deprisa y corriendo y me estresa andar a las carreras?, ¿culpar a la alarma que no sonó?….
Puedo buscar excusas afuera.
O puedo pensar en cómo enfocarme en la actitud con la que deseo comenzar el día. Nada de enfados ni quejas. Esto no va a hacer que las agujas del reloj se retrasen una hora.
Así que ELIJO creer que sí, tengo poco tiempo para hacer todas esas tareas pero es suficiente y TODO es posible.
En vez de una ducha de 5 minutos disfrutaré de un minuto express bajo el chorro. Así además ahorraré agua.
En vez de desayunar un café largo con 8 campurrianas me lo tomaré corto con sólo 4 galletas y eso beneficiará a mi salud.
En vez de entretenerme charlando con mis huéspedes y mi madre confirmaré que tengo capacidad suficiente para organizarme incluso cuando el tiempo apremia sin estresarme.
En vez de conducir ensimismada en mis pensamientos pondré toda mi atención en la carretera enfocada en la idea de que «llego a tiempo». Y todos los semáforos estarán en verde para mí.
En vez de llegar con la lengua fuera, corriendo y agobiada a mi cita, saludaré a la gente con una sonrisa cuando, al verme llegar, con cara de sorpresa, me preguntan cómo he hecho para llegar a la hora si, apenas 15 minutos antes, me disculpaba a través del whatsapp por anticipado por quedarme dormida y salir un poco tarde.
Tu actitud determina tus resultados. El modo en que comienzas tu día, las palabras que te dices, los pensamientos que tienes.
Y tú, ¿también eres de los que elije empezar el día de forma positiva, encontrar aparcamiento con facilidad, llegar a la hora y ver que tu jornada vaya mejorando a medida que transcurre el día?
«La actitud es una pequeña cosa
que marca una gran diferencia»
Winston Churchill