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La Magia del Universo en Acción

La Ley de la Atracción es maravillosa.

Cuando sabes utilizarla a tu favor puedes lograr cualquier cosa que desees. Así que, déjame que te cuente la última manifestación, en este caso de mi hijo mayor Diego.

El tiene muy claro desde hace tiempo a qué quiere dedicarse: a programar videojuegos. No quiere ser informático ni quiere diseñar. El tiene claro que quiere programar, es lo que le gusta. Aquí, donde vivimos, las opciones para estudiar algo relacionado son un tanto limitadas, sin embargo, existe una opción para ir acercándose a lo que él desea.

Diego es un niño de Altas Capacidades. Después de una ardua batalla en los centros por los que ha pasado, donde en algunos lo tildaron de inadaptado y le hicieron bullying, logré que reconocieran sus aptitudes, sin que hicieran gran cosa para adaptar el currículum a su situación (ya se sabe: la educación pública no está para las minorías).

Pero a lo que voy: la persona encargada de realizar la valoración me insistió en que, con sus capacidades, mi hijo debería estudiar en la Universidad y que, de no hacerlo, estaría “desaprovechando su potencial”, pues podría ser ingeniero de telecomunicaciones o cursar otra licenciatura de la rama de matemáticas, una de las materias que mejor se le da.

Cuando escuché ese tremendo decreto me limité a contestarle que él tenía muy claro a qué quería dedicarse y que yo le animaría siempre a que persiguiera su sueño, que para cometer errores estudiando algo que no le había gustado, pasando por la universidad, ya había estado su madre, por partida doble.

El año pasado decidió que quería entrar en un Ciclo Medio de FP que le acercaba a su sueño: Sistemas microinformáticos y redes. El problema era que sólo había un centro en toda la ciudad y alrededores que impartiera esa formación y ofertaba muy pocas plazas: apenas 20. Además, se trataba de un ciclo muy solicitado.

Mi hijo nunca ha sido de hincar los codos. En casa jamás ha hecho tareas extraescolares salvo casos muy puntuales, como tener que presentar algún trabajo para poder aprobar alguna asignatura. Salvo eso, en nuestro hogar, el colegio termina cuando salen por la puerta, ya que siempre he potenciado que el tiempo en casa es para hacer cosas que les interesen, no para repetir conceptos aburridos y alejados de sus preferencias que lo único que consiguen es desmotivar y anular el interés por aprender.

A pesar de no realizar deberes en casa, desde que comenzaron su etapa escolar, mis hijos siempre han sacado buenas notas. Ellos saben que la nota es sólo un número y que, en absoluto, refleja sus capacidades y yo siempre los he animado a que se centren en lo que realmente les gusta y que ahí vayan a por todas. El resto es un mero trámite que deben superar, pero nada más.

Llegados a este punto, Diego partía este año de una nota media de 6, lo cual resultaba insuficiente para entrar en este centro tan demandado, donde la media era de 7,5 para arriba, si quería asegurarse la plaza.

Así que, se propuso que iba a entrar, sí o sí, en ese centro y que iba a obtener la nota necesaria para ello.

Lo cierto es que no es que haya trabajado más que el resto de cursos, porque no ha sido así, a pesar de lo cual logró su objetivo. Simplemente este año tenía dos cosas a su favor: había escogido asignaturas que le gustaba más, relacionadas con tecnología y, lo más importante, tenía la motivación y el reto de entrar en donde él deseaba.

Eso fue suficiente para que finalizara su etapa en a ESO con un 8, haciendo posible que entrara en el ciclo que él quería.

Durante todo este año, él se ha repetido que iba a tener plaza. Cada evaluación calculaba la nota media que iba sacando e iba haciendo sus operaciones mentales para ver en qué asignatura podía ir rascando unas décimas más para subir la nota y llegar a la que él necesitaba. Ha trabajado en las que le motivaban y las que no… pues las ha sacado igualmente con más nota que otros años, pero sin gran esfuerzo.

En total sacó cuatro 10 en las asignaturas optativas, un 9 en matemáticas, un 8 en inglés y el resto todo 6. Básicamente porque estaba acercándose a su sueño: estaba motivado.

Además, decía que, por fin, este iba a ser el último año en que tendría que estudiar cosas que no le interesaban para nada.

Cuando le dieron las notas, una de sus profesoras le felicitó por ellas y él, ni corto ni perezoso, le contestó “por fin me he librado de tu asignatura, no voy a tener que tocarla nunca más en la vida” ante cuya respuesta, llena de sinceridad, la buena mujer se quedó volada y le soltó “hombre, si lo se te suspendo para que sigas estudiándola más”, hay que ver, qué manera tienen algunos de encajar la honestidad…

Pero a lo que voy, el meollo de esta historia. La media de todo el ciclo de la ESO de Diego fue de un 6,74.

Con esta nota se fue al Instituto de Coruña donde deseaba matricularse y eso hizo. Solicitó únicamente el centro que deseaba. Ninguno más.

Cuando entregó la solicitud, la secretaria le dijo que debía poner más opciones “por si no entraba en donde quería”, no fuese que se quedara fuera sin plaza, diciéndole que tenía una nota media muy baja para entrar y que sería una pena que no pudiera estudiar nada el año siguiente.

Estaba intentando meterle el miedo en el cuerpo.

Ambos le contestamos a la buena mujer que habíamos hablado con el centro previamente y que nos habían dicho que la nota que se tenía en cuenta para el acceso era la media del último año, no de todo el ciclo. Y que su media de 4º curso era un 7,8, suficiente para entrar.

Yo había revisado las notas de corte el año pasado para comprobar en qué media se encontraban y trabajó todo este año para tener al menos un 7,5 para garantizarse una plaza.

La buena mujer nos miró con cara de incredulidad e insistió en que debería poner más opciones a lo que le repetimos que no pensabamos hacerlo, que estábamos convencidos de que él iba a entrar. Y nos fuimos sin más.

La semana pasada salieron las listas provisionales y, para nuestra sorpresa, resultó que tenía dos décimas más que lo que él había calculado, o sea un 8, y sólo había 9 personas con una nota superior a la suya entre todos los solicitantes a ese ciclo, así que la plaza estaba más que garantizada.

Y hoy han salido las adjudicaciones y ¡¡está dentro!! Tiene su plaza, en dónde él quería, donde él imaginó que iba a entrar durante los últimos 9 meses.

¡¡Esta es la magia de la vida, ley de atracción en estado puro!!

Pero ojo, para que funcione debes de tener en cuenta una serie de puntos:

1. Tener las cosas MUY CLARAS.

2. No permitir que nada ni nadie te desvíe de tu camino (Universidad, ofertas de otros ciclos, miedos de terceros…)

3. Caminar sin demasiado esfuerzo hacia tu meta (el esfuerzo indica resistencias, las cosas son más fáciles de lo que parecen cuando se va por el camino indicado)

4. Tener una FÉ ABSOLUTA en tu sueño y no dejar que las dudas se adueñen de tu mente.

Si sigues estos pasos te aseguro que todo lo que desees llegará a tu vida de forma sencilla.

PD: esta no es la primera vez que manifiesto este tipo de regalos del Universo. El primer año que mi hijo entró en un centro público no había plazas. Estábamos fuera de plazo, el colegio estaba en otro ayuntamiento y no teníamos puntos por nada, estábamos a cero. Además, teníamos otras 6 personas por delante de nosotros en la lista de espera y, en el centro en cuestión, me aseguraron que no iba a entrar, que no solía haber bajas en septiembre.

Sin embargo, presenté igualmente la solicitud, poniendo únicamente aquel centro. Me dijeron lo mismo que en esta ocasión: que debía considerar otras opciones “por si acaso”, cosa que no hice, pues estaba segura de que aquella plaza era para mi hijo a pesar de que todo pareciera en su contra.

Al final, la magia del Universo hizo que los que estaban delante de él se matricularan en otros centros y que otros dos niños se cambiaran de colegio y así fue como quedó una vacante para mi hijo y obtuvo su plaza, contra todo pronóstico.

Si hubiera escuchado a los que hablan desde el miedo, habría perdido, me habría quedado fuera, estoy segura de ello, porque cuando haces algo “por si acaso” es porque estás dudando, tanto de tus capacidades como del Universo.

Y ese es el primer paso hacia el fracaso.

«La imaginación es más importante que el conocimiento»

«Sólo aquellos que intentan lo absurdo, pueden lograr lo imposible»

Albert Einstein
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