Cuando ser mujer es doloroso… ocurre que, a determinada altura del árbol dejan de nacer mujeres en la familia. El mensaje inconsciente es “mejor ser hombre” porque si engendro una hija quizá pase penurias, viva situaciones dolorosas… así que mejor no más mujeres en la familia.
Y dado que mañana es día 8 de Marzo, qué mejor momento para pensar en todas esas mujeres de la familia, antepasadas nuestras, responsables de nuestra propia supervivencia, que quizás no tuvieron reconocimiento por dedicarse a ser simplemente mujeres, madres, sin profesión especial, o por todo el dolor que cargaron a sus espaldas. ¿Porque, dónde se genera una memoria como esa? Y, sobre todo ¿por qué es tan importante conocerla, destapar el secreto, desentrañar el conflicto de alguien que ni siquiera hemos conocido?
Muy sencillo: porque, inconscientemente, nosotros llevamos en nuestra mochila esas historias calladas y terminamos manifestando su mismo conflicto o uno muy similar en nuestras propias vidas. Podemos asumir como nuestros conflictos de hasta 7 generaciones hacia atrás y transmitirlos hacia 7 generaciones hacia delante, es decir: a nuestra futura descendencia, la que conocemos y la que no llegaremos a ver jamás. Heredarán todo lo que no hayamos resuelto antes de partir.
En mi familia la memoria de que ser mujer es algo doloroso se originó hace 4 generaciones (probablemente mucho antes), con un bisabuelo duro, un tanto violento, que pegaba a su mujer (y a sus hijos, mayoría aplastante de mujeres), empinaba el codo y aprovechaba su trabajo para tener relaciones con otras mujeres fuera del matrimonio.
Ahora, un siglo después, todos sus descendientes engendran únicamente varones y no nace ninguna mujer. Porque las mujeres soportaron un gran dolor en esa familia. Demasiado, así que mejor que no nazcan más.
Y las que nacemos, como fue mi caso, deseando, ocultamente, que fuésemos varones (únicamente buscando protegernos), desarrollamos mucho más nuestro lado masculino para sobrevivir, y así presentamos conflictos relacionados con nuestra feminidad y nuestra capacidad de procrear, como reglas dolorosas o muy abundantes.
Así es como la historia familiar va poniendo todo en su lugar, generación tras generación. Primero focurrió que la bisabuela tuvo descendientes mujeres. De sus 9 hijos, 2 de ellos varones, uno murió siendo niño y el otro fue expulsado de la familia por… su carácter violento (igual que el de su padre-marido). Así que sobreviven las mujeres, para hacer piña con la madre. En su inconsciente habría un mensaje del tipo “los hombres son violentos”, o “los hombres te dejan preñada y eso arruina tu vida”, que fue lo que le ocurrió a mi abuela, cuyo embarazo precipitó su matrimonio, algo que se ocultó durante generaciones.
Estas mujeres (mi madre y mis tías) se casarán con hombres a los cuales anularán y despreciarán de un modo u otro, buscando así reparar la herida de su padre, para evitar repetir los mismos abusos que él cometió con su madre, que él cometió con ellas. A pesar de que todas desprecian a sus maridos y son infelices en sus matrimonios, ninguna de ellas se divorciará, porque eso está mal visto. Porque eso “no se hace”, su madre no lo hizo y ellas tampoco deben hacerlo, siguiendo así en la fidelidad familiar.
Los nietos de esos abuelos comenzarán a reparar la historia. Y así, todos ellos harán lo que sus madres no fueron capaces de hacer: separarse y divorciarse todos salvo uno, que preferirá quedarse soltero y otro que decidiría dar por finalizado su tránsito en esta vida a muy temprana edad. Ahí estoy yo y mi generación, compartiendo con mis primos mi estado de divorciada.
En la siguiente generación, la cuarta, la reparación vendrá evitando nacimientos de mujeres y sólo nacerán bisnietos varones.
En mi generación hubo igualdad de sexos: éramos 3 primos varones y 3 primas mujeres. La reparación se produjo en los divorcios y las separaciones.
Ahora, la reparación viene por el lado de la descendencia. Todos mis primos por línea materna, que han tenido hijos, han procreado varones, excepto yo. Mi tercer vástago es una mujer, Eva. Cuyo nombre significa: “la que da la vida”.
Vida al árbol familiar.
Eva llegó a este mundo siendo hija de la llamada «oveja negra» de la familia, la que destapa los secretos, la que indaga, la que busca sanar. La única de la familia que tiene este interés por poner orden en la historia.
Y así ocurre que hay 9 bisnietos vivos de aquellos 9 hijos que engendraron mis abuelos. Mismo número. Un espejo invertido: el varón fue expulsado. Ahora la única mujer nacida procede igualmente de la oveja negra de la familia. ¿Y en la siguiente generación? ¿Qué ocurre? ¿Dónde está la reparación?
Los hijos de mis primos que ya tienen edad para entrar en una relación se unen en pareja sin pasar por el altar, sin contraer matrimonio y tienen hijos con sus respectivas parejas sin que ello implique tener que casarse, como le ocurrió a su tatarabuela.Por ahora, los dos únicos que han tenido descendencia a este nivel en el árbol materno han tenido varones. En la quinta generación hacia abajo. La memoria sigue latente, hasta 7 generaciones hacia abajo, como hemos dicho más arriba.
Veremos qué depara el futuro, me intriga saber cómo se sigue repitiendo o reparando la historia… aunque para esto deberán pasar todavía unos años más, para que el resto de los descendientes decidan si tener hijos o hijas está en su programa, o no…
En cualquier caso, honremos mañana a todas las mujeres de la familia que fueron mucho más que madres, cuidadoras y personas dependientes.
No olvidemos que todas ellas trabajaron duramente para sacar adelante a su familia, para sacarnos adelante a nosotros, pues gracias a ellas es que estamos hoy aquí, a pesar de todo el dolor que quizás llevaron oculto a sus espaldas para llevar a cabo tal labor.
Recordemos también que aparte de ser madres fueron agricultoras, ganaderas, jornaleras, obreras, sirvientas, limpiadoras, enfermeras, parteras, curanderas, secretarias, administrativas, telefonistas, recaderas, chóferes, cocineras, panaderas, reposteras, camareras, vendedoras, jardineras, modistas, escritoras, cuentacuentos, maestras… y muchas cosas más, porque todas las madres ejercemos decenas de profesiones sin obtener ningún reconocimiento por esa enorme labor.
Honra a todas las mujeres de tu historia investigándolas y reparando lo que ellas no supieron hacer. Rescata tu genealogía de mujeres de ayer, para vivir hoy libremente y dejar un mejor futuro mañana.

“Espero que los padres y las madres de las niñas, las miren y digan: Sí, las mujeres pueden”.
Dilma Rousseff
Gracias Begoña por estos relatos tan nutritivos! Ayudan mucho a poner conciencia en el día a día. Los voy leyendo poco a poco. Este verano cuando llegue a España compraré tu libro para leerlo en vacaciones. Un fuerte abrazo!
Marga Gil
Es un placer Marga, cuando tengas el libro estaré encantada de compartir contigo todas las resonancias que encuentres, que estoy segura de que serán una cuantas. Un beso.